El tunero colectivo Teatro Tuyo representa en esta edición del Festival un ejemplo de esos géneros del arte escénico menos visible en los espacios críticos y académicos, pero más asiduos en los espacios populares. La Estación trae a Camagüey la atmósfera clownesca siempre placentera para todos los segmentos de público.

En una estación de algún pueblecito perdido en la geografía de cualquier latitud, un ser humano utiliza el tiempo de la espera como pretexto para la comunicación humana. Los trenes llegan continuamente al paraje y siempre son perdidos por el protagonista porque, a fin de cuentas, más importante que seguir viaje, es compartir, crecer juntos en el diálogo que se establece mediante la risa y la complicidad de un actor y su público.

El director y actor Ernesto Parra encanta por la limpieza de sus movimientos, la estudiada pauta vocal que evita rotundamente la palabra y la gracia para interactuar con los espectadores. Entre el chiste sugerido y el discurso del espectáculo, La Estación deviene teatro para disfrutar placenteramente. Quizás deba depurarse la puesta en escena de la reiteración de los mismos resortes cómicos a los que Parra recurre. Sin dudas esta limpieza redundaría en una construcción dramatúrgica precisa y sólida que cerraría su entrega.

A pesar de estos excesos, entendibles cuando se intenta mezclar la estética clownesca con elementos de las variedades infantiles que priman en el espectáculo, La Estación de Teatro Tuyo resulta refrescante en medio del calor sofocante de las tierras camagüeyanas.